Los pescadores denuncian trata de seres humanos y terribles condiciones en un barco estadounidense con base en San Francisco, Honolulu

Dos hombres de Indonesia han presentado hoy aquí una demanda federal en la que alegan que fueron inducidos a pagar elevadas tasas de contratación para trabajar en un buque pesquero con base en Estados Unidos, cuyo capitán los maltrataba, los aislaba en el mar durante meses y no les pagaba según lo estipulado en su contrato de trabajo, y mucho menos el salario mínimo.

Como informó Associated Press este mes, muchos de los 140 barcos de pesca comercial con base en Hawai operan como si estuvieran exentos de la mayoría de las leyes laborales básicas. Algunos de los trabajadores ganan tan sólo 70 céntimos por hora, informó AP.

Sorihin (que utiliza un solo nombre) y Abdul Fatah -representados por Cohen Milstein Sellers & Toll PLLC; Legal Aid Society-Employment Law Center; y la abogada Yenny Teng-Lee- alegan en su demanda que se les prometió una buena remuneración como pescadores de atún, pero que el capitán para el que trabajaban no les pagó conforme a su contrato y les obligó a seguir trabajando a pesar de ello.

Agnieszka Fryszman, socia de Cohen Milstein en Washington, D.C., reconocida a nivel nacional por su trabajo en trata de seres humanos, trabajo esclavo y otras violaciones del derecho internacional, señala que ésta es la primera demanda interpuesta al amparo de la Ley estadounidense de protección de las víctimas de trata de seres humanos por supervivientes de la industria pesquera estadounidense. Afirma que los demandantes "están defendiendo no sólo sus propios derechos humanos, sino los derechos de miles de posibles víctimas atrapadas por la trata de seres humanos en la industria pesquera."

"Ser trasladado en medio del océano Pacífico a un barco pesquero contra tu voluntad y atrapado en trabajos forzados suena a ficción de otro siglo", dice Fryszman. "Pero fue la horrible realidad de nuestros clientes, y sigue siéndolo para otros miles de víctimas de la trata de seres humanos".

Además de estar aislados y dramáticamente mal pagados, según la denuncia, los hombres, como muchos otros de la flota sobre la que informó AP, fueron obligados a realizar trabajos peligrosos casi las 24 horas del día sin el equipo adecuado.

"Quiero justicia contra el trato inhumano que sufrí para que lo que me ocurrió a mí no le ocurra a nadie más", dice Fatah.

"Nadie debería pasar por lo que yo pasé", afirma Sorihin.

La Organización Internacional del Trabajo ha descubierto que las operaciones pesqueras se están sumando a muchas otras industrias que contratan cada vez más inmigrantes de países en desarrollo para reducir costes. Sus defensores afirman que estos trabajadores son especialmente vulnerables a la coacción y la explotación porque a menudo no hablan inglés y temen represalias aunque conozcan sus derechos.

"Las denuncias de nuestros clientes muestran cómo los implicados en la trata de personas ganan dinero explotando a personas vulnerables que buscan mejores oportunidades en sus países de origen", afirma Mana Barari, abogada de LAS-ELC. "Arrojar luz sobre estas prácticas es especialmente importante en la industria pesquera, donde los trabajadores están literalmente atrapados en el mar y obligados a seguir trabajando en condiciones que nunca aceptaron."

"Espero que el hecho de que Sorihin y Abdul busquen justicia contra quienes creen que les hicieron daño inspire a muchos indonesios de Estados Unidos que sufren injusticias a pedir ayuda", afirma Teng-Lee, que participa activamente en la comunidad indonesio-estadounidense de la zona de la bahía.

Presentado hoy, el caso es Sorihin y Abdul Fatah contra Thoai Van Nguyen dba Sea Queen II, Caso nº 16-5422, en el Tribunal de Distrito de EE.UU. para el Distrito Norte de California.